"Cinco esquinas" de Mario Vargas Llosa:
Una
novela sobre el periodismo y el poder
“Cinco esquinas” (Alfaguara, 2016), la
flamante novela de Mario Vargas Llosa, cumple con la exigencia de un ‘best-seller’:
por un lado, es de fácil lectura (abundan los diálogos y cierto prosaísmo), y por
el otro, combina géneros atractivos para un público masivo (la novela erótica,
la novela negra o policial, el relato de suspenso o ‘thriller’).
Sin embargo, los reparos a “Cinco esquinas”
están por el lado de la eficacia de la historia y en la construcción de los
personajes. Un ejemplo es Rolando Garro, el chantajista director del semanario ‘Destapes’,
quien, aunque su descripción busca causar animadversión, no tiene los caracteres
grotescos del inolvidable personaje Henry Chirinos, la ‘Inmundicia Viviente’ de
“La fiesta del Chivo”. Tampoco el Doctor aparece del todo como ese ser
siniestro que el discurso de la novela se encarga de recordarnos con
reiteración, a pesar de su implicación en un crimen terrible.
Por otro lado, las aventuras lésbicas de
dos mujeres acaudaladas y el posterior ‘ménage à trois’ con uno de los maridos,
el ingeniero Enrique Cárdenas, lejos de la intención transgresora del narrador,
solo provocan cierta hilaridad y alguna nostalgia por releer a autores como
Henry Miller o Bukowski, quienes sí sabían conjugar literatura con sexualidad
provocadora y descarnada.
Lo mejor de la novela quizá se encuentre en
los personajes secundarios, como La Retaquita o Juan Peineta, este último un
recitador de versos venido a menos, de la misma estirpe del entrañable guionista
de radionovelas Pedro Camacho (“La tía Julia y el escribidor”). Es además la
perfecta excusa del autor para trazar un recorrido por el Centro y el antiguo
barrio Cinco Esquinas y su relación con el criollismo, aunque pronto es
relegado por el irrelevante relato de las intrigas de alcoba de Marisa, Chabela
y sus maridos.
“Cinco esquinas” muestra las dos caras del
periodismo en su relación con el poder. Sus dosis de humor y su hábil narración
la hacen entretenida, pero difícilmente lograrán convertirla en parte de su
obra más innovadora y esencial.
La reiteración de un discurso
Es difícil no relacionar la lectura de
varios capítulos de “Cinco esquinas” con lo que escribió Umberto Eco en su
ensayo “La estructura del mal gusto” sobre el ‘kitsch’ (“Apocalípticos e
integrados”). Resumida en una frase, se trata de la puesta en evidencia del
efecto que el autor persigue provocar en los lectores. No se alude ni sugiere,
se impone un discurso que a veces aparece redundante.
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