miércoles, 23 de noviembre de 2016

HACIA LA NARRATIVA SIN FRONTERAS, de Miguel Gutiérrez



Gracias a la gentileza de un lector, llegaron a mis manos las fotocopias de un ensayo del recordado gran escritor Miguel Gutiérrez donde tuvo el gesto de mencionarme. Apareció en la edición de diciembre de 2013 de la revista Letras & Artes (No. 64-65), que publica la Biblioteca Nacional del Perú. El ensayo forma parte del libro Narrativa peruana del siglo XXI: hacia una narrativa sin fronteras y otros textos, que publicó el Fondo Editorial de la Universidad Ricardo Palma el año 2014.

Un breve comentario. Debido seguramente a mi displicencia, queda claro al leer el texto que Miguel Gutiérrez solo conocía mi última novela, Karma instantáneo para John Lennon, que le entregué personalmente. Por eso se entiende el equívoco de considerarme parte de la generación de los escritores que comenzaron a publicar en el siglo XXI. En verdad pertenezco a la generación del 90 (el año 1994 publiqué mi primera breve novela La ruptura). 

Resalto también que en la versión aparecida en la revista Letras & Artes, tres de las portadas que ilustran el texto corresponden a las novelas La Ciudad de los Culpables de Rafael Inocente, Matagente de Rodolfo Ybarra y Karma instantáneo..., y lo resalto porque los tres compartimos una aventura narrativa hace algunos años titulada Discursos contra la Bestia Tricéfala (con detractores, indiferentes y entusiastas), en la cual intentamos irrumpir contra ciertas mitologías modernas. Libro que personalmente significó un retorno, luego de un extenso autoexilio, de hecho me sirvió para renovar cierta fe en las posibilidades de la palabra y la imaginación, gracias a estos viejos amigos, al margen de las diferencias políticas o literarias.

(El ensayo se puede leer pulsando las imágenes en JPG).












miércoles, 1 de junio de 2016

OSWALDO REYNOSO, LOS ESCARABAJOS Y EL ROCK

Hace más de veinte años conocí a don Oswaldo, cuando le entregué un ejemplar de mi primera novela, “La Ruptura” (1994), que él presentó con palabras elogiosas en el Ekeko de Barranco. Seis años después, Reynoso apadrinó mi segunda novela “Los espejos del infierno”: no solo ofició de presentador (con el “Condor Pasta” de Manganzoides como acto final), sino que gestionó su publicación en la editorial San Marcos e incluso corrigió el manuscrito y sugirió el título de la obra. Siempre estaré agradecido por su enorme generosidad.
Ayer publiqué en Expreso un breve artículo como homenaje personal a Oswaldo Reynoso. Aquí la versión JPG.



lunes, 11 de abril de 2016

TALLER “LA LITERATURA A TRAVÉS DEL LIBRO Y EL CINE”

Ayer domingo, en medio de estas extrañas elecciones, me entrevistaron en el diario Expreso, a propósito del taller de lecturas literarias que dictaré próximamente. Agradezco al coeditor de la página cultural, Juan Pablo Chirito, por la gentileza.


Repasando obras literarias esenciales

Novedoso taller de lecturas será dictado a partir del 29 de abril por el escritor Arturo Delgado Galimberti.

-¿Cuál es el objetivo de un taller de lecturas literarias?
En el ámbito universitario, que es más especializado, la idea es desarrollar la apreciación crítica y la interpretación de textos desde un marco teórico determinado. En el nivel escolar, se persigue fomentar el hábito de lectura, en el cuestionado curso Plan Lector. El taller que dictaré está dirigido a público en general, no especializado, y, por tanto, es básicamente un taller de formación de lectores,  a partir del nivel de educación secundaria. Pero también puede funcionar como un club de lectores, para quien esté interesado en conocer obras contemporáneas importantes y potenciar aspectos como la redacción de reseñas literarias.  

-¿Qué lo diferencia del Plan Lector que se dicta en colegios?
Es justamente una propuesta alternativa al Plan Lector. La premisa es simple: buena literatura para formar buenos lectores. Jean Paul Sartre contaba en su libro autobiográfico “Las palabras” la impresión que le causó leer “Miguel Strogoff” de Julio Verne a los diez años. Vargas Llosa leía a Dumas en el colegio militar. Pero esas no son el tipo de lecturas que se suelen incluir en el Plan Lector; al contrario, se escogen obras poco representativas y a veces totalmente prescindibles. Y tampoco se les da las herramientas adecuadas al alumno para formarse en el hábito de la lectura; se cree que con alcanzarle cualquier texto ya se está incentivando ese hábito, y ese es un error, porque si el alumno es distraído o tiene problemas como la subvocalización o las regresiones al leer, se aburrirá y preferirá hacer otra actividad. Además, en este taller no todos los libros seleccionados son de lectura obligatoria y las metas dependerán de las posibilidades de cada alumno.

-¿Y cómo encaja el cine en este taller de obras literarias?
Para el taller he escogido once obras que tienen adaptaciones cinematográficas, con la finalidad de que estas últimas sean un elemento motivador de la lectura para el alumno. A veces una buena película nos impulsa a leer el libro del cual estuvo basada. Me ha pasado varias veces. Es el caso de “El cielo protector” de Bowles, una notable novela que descubrí a inicios de los años 90 luego de ver el filme de Bertolucci. Otro ejemplo es “Traumnovelle” de Arthur Schnitzler, que leí tras ver “Eyes wide shut” de Kubrick. Por supuesto, el cine y la literatura son experiencias muy diferentes, y eso también quedará claro en el taller.

RECUADRO
Las lecturas y sus adaptaciones fílmicas
En el taller se abordarán las obras “Los inocentes” de Oswaldo Reynoso, “Las armas secretas” de Julio Cortázar, “El cielo protector” de Paul Bowles, “La ciudad y los perros” de Mario Vargas Llosa, “El extranjero” de Albert Camus, “El lobo estepario” de Hermann Hesse, “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad, “No una sino muchas muertes” de Enrique Congrains Martin, “Bajo el volcán” de Malcolm Lowry, “El doctor Zhivago” de Borís Pasternak y “Crimen y castigo” de Fedor Dostoievski. Entre las versiones fílmicas, se incluyen películas de Bertolucci, Ford Coppola, Luchino Visconti, John Huston y Francisco Lombardi.

EL DATO

A partir del viernes 29 de abril, y todos los viernes durante tres meses, se realizará el taller "La literatura a través del libro y el cine" en el local ArteMuebleando Showroom – Galería Espacio La Sala, en calle Mendiburu 254 – 101, Miraflores. Será a partir de las 6:30 pm. Inscripciones e informes en Facebook: ArteMuebleando.




jueves, 24 de marzo de 2016

RESEÑA DE "CINCO ESQUINAS" DE VARGAS LLOSA, PUBLICADA EN DIARIO EXPRESO


"Cinco esquinas" de Mario Vargas Llosa: 

Una novela sobre el periodismo y el poder


“Cinco esquinas” (Alfaguara, 2016), la flamante novela de Mario Vargas Llosa, cumple con la exigencia de un ‘best-seller’: por un lado, es de fácil lectura (abundan los diálogos y cierto prosaísmo), y por el otro, combina géneros atractivos para un público masivo (la novela erótica, la novela negra o policial, el relato de suspenso o ‘thriller’). 

Además, “Cinco esquinas” es estructuralmente impecable. La novela condensa todos los recursos técnicos que han convertido a Vargas Llosa en un maestro en el arte de narrar. Por ejemplo, las mudas temporales y espaciales en el capítulo XX (“El remolino”) nos remiten en el aspecto formal a “La ciudad y los perros”, del mismo modo que el capítulo XXI es una variación del procedimiento empleado en “Pantaleón y las visitadoras”, que construía el relato sobre la base de informes policiales y una nota periodística (en el capítulo citado se incorporan artículos editoriales y entrevistas).

Sin embargo, los reparos a “Cinco esquinas” están por el lado de la eficacia de la historia y en la construcción de los personajes. Un ejemplo es Rolando Garro, el chantajista director del semanario ‘Destapes’, quien, aunque su descripción busca causar animadversión, no tiene los caracteres grotescos del inolvidable personaje Henry Chirinos, la ‘Inmundicia Viviente’ de “La fiesta del Chivo”. Tampoco el Doctor aparece del todo como ese ser siniestro que el discurso de la novela se encarga de recordarnos con reiteración, a pesar de su implicación en un crimen terrible.

Por otro lado, las aventuras lésbicas de dos mujeres acaudaladas y el posterior ‘ménage à trois’ con uno de los maridos, el ingeniero Enrique Cárdenas, lejos de la intención transgresora del narrador, solo provocan cierta hilaridad y alguna nostalgia por releer a autores como Henry Miller o Bukowski, quienes sí sabían conjugar literatura con sexualidad provocadora y descarnada.
 
Lo mejor de la novela quizá se encuentre en los personajes secundarios, como La Retaquita o Juan Peineta, este último un recitador de versos venido a menos, de la misma estirpe del entrañable guionista de radionovelas Pedro Camacho (“La tía Julia y el escribidor”). Es además la perfecta excusa del autor para trazar un recorrido por el Centro y el antiguo barrio Cinco Esquinas y su relación con el criollismo, aunque pronto es relegado por el irrelevante relato de las intrigas de alcoba de Marisa, Chabela y sus maridos.


“Cinco esquinas” muestra las dos caras del periodismo en su relación con el poder. Sus dosis de humor y su hábil narración la hacen entretenida, pero difícilmente lograrán convertirla en parte de su obra más innovadora y esencial. 


La reiteración de un discurso
Es difícil no relacionar la lectura de varios capítulos de “Cinco esquinas” con lo que escribió Umberto Eco en su ensayo “La estructura del mal gusto” sobre el ‘kitsch’ (“Apocalípticos e integrados”). Resumida en una frase, se trata de la puesta en evidencia del efecto que el autor persigue provocar en los lectores. No se alude ni sugiere, se impone un discurso que a veces aparece redundante.

jueves, 18 de febrero de 2016

POR LAS TETAS DE MIRIAM: HACIA EL "HUMANISMO ANDINO"



Luego de los ríos de sangre de los años ochenta y noventa, surgió una narrativa con la expresa intención de testimoniar ese periodo cruento de la historia del Perú. Más de una generación de autores, la mayoría de ellos influidos por los últimos estertores de la novela realista en sus diversas variantes –desde la crónica novelada hasta manifestaciones epigonales del realismo socialista–, publicaron narraciones con ánimo verista, alusivas al “conflicto armado interno” (CVR). En pocos años se habló de un “corpus” de “la literatura de la violencia política”, incluido un debate académico estéril.

Por suerte, el tema también ha producido unas pocas novelas alejadas del paradigma realista. Quizá la más significativa sea Rosa Cuchillo de Óscar Colchado Lucio, que construye una historia desde la cosmovisión andina, donde lo real cohabita con lo mágico. Hace pocas semanas, la editorial española Áltera ha publicado otra novela que forma parte del mismo proceso de transculturación narrativa (Ángel Rama): Por las tetas de Miriam de Hernán de la Cruz Enciso.

Son varios los puntos de encuentro entre la novela de Colchado y la de Hernán de la Cruz. No solo se asemejan en su reivindicación del mundo andino, sino en su visión de la violencia como un factor exógeno e impuesto en las comunidades ‘kechwas’. El discurso político subyacente en ambas obras tiene su correlato en la tesis de Carlos Iván Degregori (Sendero Luminoso: los hondos y mortales desencuentros,  ampliado en Qué difícil es ser Dios): las partes beligerantes eran ajenas a la población, la cual estuvo “atrapada entre dos fuegos”; tesis que, como se sabe, es la base del Informe de la CVR, de la que Degregori fue uno de los comisionados.

Otro símil destacable es que ambas novelas tienen como protagonistas a una mujer senderista.  Pero si en  Rosa Cuchillo  la dirigente guerrillera Angicha –quien cautiva a Liborio, el hijo de Rosa Cuchillo– será retratada como una mujer dura y terrenal hasta en su sensualidad, en la novela de De la Cruz Enciso la esquiva “camarada Miriam” aparecerá casi como un personaje mítico e inabordable para luego, tras sus encuentros con Adalberto, humanizarse. De todos modos el perfil de ambos personajes tiene ecos de Edith Lagos o de la imagen de las senderistas como herederas de las “vaginas dentadas” de la cultura Chavín.

En Por las tetas de Miriam no solo es Aurora –“camarada Miriam”– quien tiene cualidades míticas o sobrenaturales, toda la naturaleza posee un componente mágico, animista: “En su pueblo decían de ella que tenía un pacto con las fuerzas de la naturaleza y por eso sabía en qué momento abandonar un punto crítico. ¿Sería cierto eso de que, en las noches de luna llena, caminaba en los bosques con pasos de zorra en celo y leía el futuro en las lagunas de aguas diáfanas? ¿Sería cierto también eso de que el agua tiene un lenguaje propio que solo pueden descifrar los montañeses?” (p. 105). Al inicio de la novela se relata que las truchas en el río Pampas alcanzan dimensiones enormes y luego, convertidas en amarus, ascienden al cielo para transformarse en rayos y truenos. Casi inmediatamente el agente policial Culebra observa una “sirena de escamas de plata”, que no es otra sino Miriam. La describe “blanca como la luna”, cuyos saltos se asemejan a la “gaviota de las llanuras”, ante lo cual el agente se queda paralizado “como un eucalipto seco”. El lector, desde las primeras páginas, comprende que está inmerso en un universo mágico, en donde los individuos y el entorno natural viven sucesivas y abruptas transfiguraciones, en el contexto de una de las guerras más letales de nuestra historia. De esta forma, la otrora muchacha Aurora asumirá una diversidad de sobrenombres, identidades y cualidades. Miriam es la mujer-pez, la Mujer Tempestad o Mujer Viento, y posee “la astucia del zorro y la agilidad del cernícalo”. Adalberto es Saltacara, Pedro Vega es el comandante Otorongo... No es casual que muchos apelativos se refieran a animales o a la naturaleza. Asimismo, en este juego identitario, se ofrece la antroponimia de varios personajes.

Por las tetas de Miriam es una novela dialógica, en la que interaccionan las voces inmersas en el conflicto, mientras el autor implícito comenta –en tono a veces humorístico– algunos pasajes de la acción narrativa. Uno de los elementos estructurales más destacables de la novela es el empleo de la llamada ‘técnica de las cajas chinas’ en (casi) todos los capítulos; de esta manera, el desarrollo de la historia es por momentos puesto entre paréntesis para introducirnos en microhistorias independientes –algunas de ellas fábulas o leyendas– que ponen de relieve costumbres, aprendizajes, creencias o temores individuales o colectivos.

Con todo,  en la novela  Por las tetas de Miriam hay un discurso –a veces explícito– que contrapone la música (la canción, la fiesta, el baile) a la guerra. Rama se refirió al componente musical de la novela de Arguedas (en particular, en Los ríos profundos), lirismo que también destacó Lienhard en su ensayo sobre El zorro de arriba y el zorro de abajo. Este lirismo de raigambre andina (y arguediana) es fácil de detectar también en la novela mencionada de Colchado y en la de De la Cruz Enciso. Lo interesante, en el caso de Por las tetas de Miriam, es que la música es la condición ‘sine qua non’ para la liberación y la realización de la utopía del mundo andino. En la novela se reivindica el Taki Unjuy (según transliteración del autor), una rebelión del “precursor de Mahatma Gandhi, un hombre llamado Juan Choque que jaqueó al coloniaje con solo bailes  y canciones” (p. 49). Curiosamente, uno de los protagonistas, el estudiante de sociología Adalberto Willka, recorre el convulsionado Ayacucho con la misión de elaborar una suerte de “mapa” musical de los pobladores de los Andes, engañado por quienes desde el aparato estatal desean usar su informe para manipular y someter conciencias.

Por las tetas de Miriam, como señalamos, pertenece a ese conjunto de obras narrativas que son producto del proceso de transculturación en América Latina. El reclamo del narrador de construir un “humanismo andino”, con todo lo que implica como hibridación cultural, es elocuente en ese sentido. En esta novela breve, De la Cruz demuestra oficio y destreza en la descripción de los escenarios –la intrincada geografía de la sierra sur– y en el relato de las escaramuzas y enfrentamientos propios de la guerra, así como un amplio conocimiento de la historia peruana y continental y de la mitología andina. Aunque el título de la novela elegido por el autor –si bien explicable por el argumento– nos merezca algún reparo, su lectura será una experiencia enriquecedora para quien busque una explicación no hegemónica del pasado reciente y, de paso y aún más importante, una literatura creada desde las entrañas.

DE LA CRUZ ENCISO, Hernán. Por las tetas de Miriam. Ediciones Áltera, Madrid, 2016. 156pp.


sábado, 2 de enero de 2016

FIN DE AÑO GRISÁCEO, FUTURO NEGRO

En vísperas de Año Nuevo, al retornar a casa, cuando el reloj indicaba las ocho de la noche, vi a un gato muerto en la pequeña calle diagonal que desemboca en la avenida Salaverry, a la altura de la avenida Mariátegui. Era un gato grisáceo, tenía aplastada parte de la cabeza, y sus ojos mantenían esa mirada perdida que solo los muertos y los enajenados totales poseen. No puedo dejar de relacionar la escena sangrienta de ese animal atropellado, con la idea de que es el desenlace que mejor simboliza un año tan siniestro e ingrato como el que ya concluyó. 

El año que hoy se inicia tampoco será mejor, lamentablemente. Hay todavía personas ingenuas que están pensando seriamente en dejar herencias. Bueno, el ya extinto año 2015 nos ha demostrado que será en vano. Básicamente por dos acontecimientos que han marcado la agenda mundial los últimos 365 días.

Por un lado, superando la fuerza de todas las izquierdas, el yihadismo se ha convertido paradójicamente en el principal enemigo de todo lo que la izquierda internacional combate (o debería combatir): el capitalismo y el etnocentrismo de Occidente. Por supuesto, para el Estado Islámico, la izquierda también está incluida en su listado de apóstatas e impíos de Occidente. Pero lo real es que si los mandamases del G-8 están preocupados porque sus planes se vayan al abismo al doblar la esquina, ese temor solo lo provoca el extremismo islámico (es sintomático que estos “líderes” planetarios lo hayan calificado de “Tercera Guerra Mundial”). Es paradójico y triste, pues, que el activismo de izquierda no haya logrado seducir en Europa a todos aquellos migrantes que luego engrosarán las filas del Daesh. Quizá porque la diferencia clave está en que mientras la izquierda propone un cambio de modelo utópico a través de marchas o revueltas que se quedan en el gesto de rebeldía casi espontánea u organizadas a base de agendas locales y concretas, el ISIS ofrece el Apocalipsis redentor, con sus millones de decapitados y lapidados en nombre de una divinidad de cuya existencia la ciencia hace más de un siglo no solo duda sino ha desmentido.

Por otro lado, la hecatombe como consecuencia del calentamiento global, tras los acuerdos del COP 21 en París, parece inevitable. Leo que si se suman los compromisos asumidos por las naciones en relación con la reducción de la emisión de dióxido de carbono, la meta de llegar al nivel preindustrial de 1.5 grados de calentamiento o al techo de los 2 grados centígrados no solo no se cumplirá, sino que para el año 2030 la temperatura global habría aumentado 2.7 grados centígrados. Y es muy probable que ese pronóstico se quede corto. Para evitarlo, el extractivismo petrolero debería cesar de inmediato; dudo que ni el más convencido en la teoría del “desarrollo sustentable” crea que eso sea posible ni a corto ni a mediano ni siquiera a largo plazo; en suma, simplemente no sucederá, porque el petróleo es más barato y porque en la cadena de producción frenética de los amigos del desarrollismo, las petroleras necesitarán siempre explorar y explotar más reservas, con la venia y defensa de los tecnócratas y los gobiernos de turno. A nivel micro, los ciudadanos seguirán inmersos en el consumismo y continuarán desechando la cultura del reciclaje y las buenas prácticas medioambientales al tacho de basura, por ignorancia o por inercia, o me temo, por convicción en las “bondades” del sistema.

Ante ese futuro realmente negro, qué hacer. Por lo pronto, este año nos obligarán a votar por el próximo presidente de esta incierta nación, la cual cumplirá, al término del mandato del elegido, 200 años oscilando entre crisis cíclicas y falsos apogeos. Ahora, cuando ya ha concluido la etapa de “la borrachera del crecimiento”, los candidatos con más opción de llegar al poder son justamente quienes persisten en estos cantos de sirena. De más está insistir en que el continuismo del actual modelo económico es el camino más seguro al suicidio colectivo, y, al parecer, en esa dirección vamos.

La única opción real sería detener las máquinas, desmontar todo, y considerar la alternativa de vivir respetando radicalmente la biodiversidad y con crecimiento cero. Sería la única opción real, pero es, aunque suene ilógico, la menos realista. El consumismo y la depredación continuarán. Los tecnócratas no dejarán de graduarse y de vendernos la irresistible cicuta del “crecimiento”. El fanatismo religioso (no solo el del EI) colaborará con sus cabezas cercenadas y su enajenación opiácea en acelerar el proceso autodestructivo. Los negocios ilegales campearán (el de la banca y el de las corporaciones en primer lugar, luego todas las mafias que ya conocemos, como las del narcotráfico y las de los “partidos políticos”).

Frente a todo ello, solo queda desearles a nivel individual y familiar un feliz y próspero año 2016, porque probablemente sea uno de los últimos. Cuídense.