lunes, 27 de febrero de 2012

TEORÍA DE LA NOVELA: LUKACS VERSUS LUKACS




Teoría de la novela de Georg Lukacs es una obra singular y contradictoria frente a la teoría marxista de la novela desarrollada en la madurez por el mismo autor y ligada a lo que él denominó el “realismo crítico”. Si bien esta constatación no es en absoluto novedosa –es más, el propio teórico húngaro en el prólogo escrito en 1962 de Teoría de la novela manifestó que su metodología pertenece a las “ciencias del espíritu”–, creo pertinente esta revisión como un ejercicio de aclaración de las categorías utilizadas en esa obra tan reivindicada por los teóricos del posmodernismo y que, como el propio Lukacs las calificó años después, obedecen a una “teoría del conocimiento de derecha” (Lukacs, TDN, 291).

De esta manera, abordaré principalmente la categoría de totalidad y su aplicación en esta obra de juventud, e intentaré luego determinar cómo posteriormente –en otros escritos– Lukacs rectifica de manera sustancial esta teoría. Tanto la interpretación como la fuente primera de esta aproximación crítica es el ensayo “La sociología de la literatura de Georg Lukacs” de Sultana Wahnón (Sánchez Trigueros, SDL, 54-78), del cual me baso en lo fundamental, si bien no exclusiva ni totalmente, pues también recurro a la cita textual directa de Teoría de la novela y otras fuentes bibliográficas secundarias.




EL CONCEPTO DE TOTALIDAD EN TEORÍA DE LA NOVELA

En Teoría de la novela se define a la novela como género a partir de lo que Lukacs denomina “la épica grande”, cuya forma conocida en la Grecia antigua es la epopeya. La épica grande sería una de las “formas atemporalmente paradigmáticas de configuración del mundo” (junto a la tragedia y la filosofía). Ahora bien, la épica configura la “totalidad extensiva de la vida”, mientras que el drama se relaciona con “la totalidad intensiva de la esencialidad”. En buena cuenta, lo que el joven Lukacs propone es la existencia de un “yo empírico” en la épica (en contraposición al “yo inteligible” del drama), el cual solo puede existir en tanto el héroe carece de individualidad real, en cuanto no expresa sino la voluntad de los dioses, o el Destino, y por tanto no está problematizado porque ya sabe adónde se dirige y cuál es el final de su trayecto. Este carácter solo es posible en un mundo homogéneo, plasmado en la forma cerrada de la epopeya. La novela, en cambio, vendría a ser la epopeya en un mundo sin dioses, que correspondería a un mundo abierto, donde la totalidad ya no tiene una existencia objetiva sino solamente artística, basada en la nostalgia de la unidad perdida. La diferencia esencial es que, en este último caso, el héroe se ha problematizado, está en búsqueda. De este modo, en la novela no se puede reestablecer sino solo artificialmente la totalidad perdida, pero toda tentativa de clausura está condenada al fracaso.

Grosso modo, esta es la tesis fundamental de Teoría de la novela en relación con la representación de la totalidad en el mundo antiguo y en el mundo moderno en la forma esencial y atemporal (léase transhistórica) de la épica grande. Repetimos, para el Lukacs joven, el sentido unitario, la objetivación del mundo como totalidad no es posible en el mundo moderno, pues lo que le confería homogeneidad (la dependencia de los dioses) ya no tiene una existencia filosófica subjetiva (como en el mundo griego) ni menos, obviamente, material objetiva.

Esta tesis, sin embargo, pone en cuestión la concepción dialéctica de la totalidad expresada en Historia y conciencia de clase del mismo autor: “El conocimiento de los hechos no es posible como conocimiento de la realidad más que en ese contexto que articula los hecho individuales de la vida social en una totalidad” (SDL, 66). Justamente sobre la base de esta concepción dialéctica de la totalidad, Lukacs mantendrá una postura crítica del naturalismo y a favor del realismo, del mismo modo que antepondrá la narración a la simple descripción. Sultana Wahnón lo explica de este modo: “El reflejo correcto de la realidad objetiva está, para Lukacs, vinculado al predominio de la narración sobre los elementos descriptivos: “La narración articula, la descripción nivela” (“Narrar o describir?”). Balzac y Tolstoi se convierten en autores ejemplares porque, al dar predominio a la narración, traducen la concepción dialéctica de la realidad, ya que, al igual que ella, la narración articula los elementos aislados en un todo”. (SDL, 70).

De este modo, solo el realismo (en tanto en él predomina la narración, según Lukacs) puede articular lo individual con lo social y reflejar así la realidad como un todo, en oposición no solo al naturalismo, sino también al realismo socialista soviético (al que denomina “naturalismo de época”): “La historia del arte yerra de modo muy fundamental al concebir el realismo y al naturalismo como conceptos idénticos (...) Todo cuanto ha navegado bajo el pabellón del realismo socialista y cuanto hoy en día se utiliza para comprometer el término realismo socialista no sólo no es, a mi juicio, realismo socialista, sino que ni siquiera es realismo: justamente es eso, un naturalismo de época. Así, pues, cuando hablamos del concepto de realismo, yo lo aplico a un tipo de literatura al que, en mis escritos polémicos sobre la época de los soviets, di el nombre de realismo desde Homero hasta Gorki. Mas esto lo dije en sentido literal, sin querer comparar por ello a Gorki con Homero, sino más bien para expresar que se daba allí una tendencia común y que no era una tendencia de las técnicas expresivas, del estilo, etc., sino una intención referida a la esencia real, fundamental de la humanidad, que se mantiene en un continuo proceso. En esto consiste el problema del realismo: no significando, por supuesto, el realismo un concepto estilístico, por cuanto que el arte, en todo tiempo –y esto es lo esencial aquí- refiere los problemas inmediatos de la época de la evolución general de la humanidad y los pone en conexión con ella” (Holz, Kofler, Abendroth, CCL, 48).

Ahora bien, en esta nueva formulación no solamente la novela realista puede “reflejar” la realidad objetiva como una totalidad (contradiciendo la tesis central de Teoría de la novela, según la cual en el mundo moderno se habría perdido el sentido unitario y por tanto en la novela solo habría la nostalgia de un mundo cerrado como mera abstracción de una realidad no existente objetivamente), sino que hay una valoración en el sentido de que hay un modo correcto de articulación entre el arte y la realidad objetiva, y este es "el realismo desde la perspectiva del proletariado". Esta valoración parte de un principio ético que reclama al arte su función social como valor de uso (en contrapartida de la cosificación o fetichización del arte como mercancía en el capitalismo, esto es, como valor de cambio); asimismo, al anteponer la ética a la estética en la valoración de la novela, Lukacs subordina las formas a los contenidos, y de este modo invalida cualquier novela que contenga una visión deformadora de la realidad.

Anotaré asimismo que la teoría del reflejo no pretende ser sino la interpretación cabal de la relación entre la base material y la superestructura, según la cual la segunda está determinada por la primera; desde esta interpretación economicista, todo cambio en la realidad socioeconómica (modos de producción) conlleva un cambio en el plano de las ideas. Sin embargo, no está claro si este principio, que proviene de la dialéctica hegeliana, sea una correcta aplicación de las propias ideas de Marx. Ya Althusser basándose en un texto de Engel propone el concepto de sobredeterminación, que en buena cuenta complementa la relación establecida por el marxismo ortodoxo entre la superestructura y estructura, al considerar también como “instancia determinante” a la superestructura sobre la base material (SDL, 41).

Retornando a Lukacs, en su teoría del reflejo, como sostiene Darío Villanueva en Teorías del realismo literario, “la obra de arte siempre dará, por fuerza, una sección o fragmento de la realidad, pero su propósito último ha de ser el de que dicha sección no aparezca desgajada de la totalidad de la vida social. Como el propio Lukacs escribe en 'Se trata del realismo' (1938), 'si la literatura es efectivamente una forma particular del reflejo de la realidad objetiva, le importa captar esta realidad tal como es efectivamente, y sin limitarse a reproducir lo que directamente parece. Si el escritor persigue una captación y una representación de la realidad tal y como esta es efectivamente, es decir, si el escritor es verdaderamente realista, entonces el problema de la totalidad objetiva de la realidad juega un papel decisivo' ”. (Villanueva, TDRL, 56-57).

Queda claro entonces que entre Teoría de la novela y las posteriores teorizaciones sobre este género por parte de Lukacs hay un hiato que se origina por el rol otorgado a la categoría de totalidad en la constitución de la novela moderna. Para el joven Lukacs, imbuido de la “ciencia del espíritu”, en la novela no se objetiviza la realidad como un todo, pues correspondería a un mundo abierto, heterogéneo, en donde el sentido unitario que le otorgaba su dependencia de los designios de los dioses no puede restablecerse. Esta tesis no solo es desestimada sino confrontada al desarrollar su teoría del reflejo y otorgarle a la novela realista la “misión” justamente de articular el mundo del héroe con la realidad objetiva entendida como totalidad, como “proceso unitario”.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

HOLF, KOFLER, ABENDROTH. CONVERSACIONES CON LUKACS. Alianza Editorial. Madrid. 211. (CCL).

LUKACS, Georg. TEORÍA DE LA NOVELA. Ediciones Grijalbo. Barcelona, 281-420. (TDL)

SÁNCHEZ TRIGUEROS, Antonio (director). SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA. Editorial Síntesis. Madrid, 223. (SDL)

VILLANUEVA, Darío. TEORÍAS DEL REALISMO LITERARIO. Biblioteca Nueva. Madrid.253. (TDRL).