Desde hace unos días circula en el Callao el último número del periódico Maretazo, dirigido por el veterano Jorge Angermüller. Es un verdadero pasquín contracultural que, como reza su lema, “arrasa la inmoralidad” en el primer puerto y no deja títere con cabeza entre las autoridades ligadas a las mafias chalacas. Bueno, en el último número de ese tsunami periodístico me dedican dos páginas, en las que no solo aparece una entrevista que me hizo Angermüller, sino la reseña de mi obra debida a la pluma del siempre activo escritor y amigo Rodolfo Ybarra. A ambos mi agradecimiento y abrazo fraterno.
“La única fidelidad posible es con la literatura”
El escritor Arturo Delgado Galimberti conversó con Maretazo sobre su novela “Karma instantáneo para John Lennon” (Grupo Editorial Mesa Redonda) y su obra.
Maretazo: Has publicado la novela corta «La Ruptura» en 1994, «Los Espejos del Infierno» en el 2000, el relato «El Foro» en el 2009 y la novela corta «Karma instantáneo para John Lennon» en el 2012, ¿a qué se debe esos largos periodos de silencio entre cada publicación?
Arturo Delgado Galimberti: Siempre he admirado a los autores a los que les ha bastado un libro o un par de libros para ser imprescindibles en la literatura nacional o universal. Lautrémont, por ejemplo. O en Latinoamérica, Rulfo, cuya breve narrativa me dice más que la de García Márquez. Además, por temperamento, no me interesa escribir libros como quien ingresa a una carrera neurótica por ver quién es el que más produce. Eso sí, espero llegar a una edad en que me desprenda de ciertas obligaciones y pueda dedicarme por completo a investigar y a escribir, porque en verdad la única fidelidad posible es con la literatura.
M: Algunos te consideran un escritor de culto, un narrador ‘outsider’.
ADG: Sí, eso es parte del elogio entusiasta que recibo de algunos amigos y lectores. Pero dudo que sea un escritor de culto. Soy un autor no muy difundido, que es diferente. Lo de ‘outsider’ sí puede ser cierto por los temas que abordan mis textos. También es cierto que mi última novela, «Karma instántaneo para John Lennon», sí ha contado con una difusión aceptable.
M: «Karma instantáneo para John Lennon» fue incluida por Ricardo González Vigil entre las mejores novelas cortas del año 2012. ¿Lo ves como un paso adelante en tu carrera?
ADG: En líneas generales sí reconozco un avance. Mis dos primeras novelas aún estaban circunscritas en el realismo, la primera emanaba una especie de existencialismo virulento, la segunda expresaba más bien un realismo sucio contado por un «loser». Ambas novelas eran narradas desde la primera persona, había de hecho notables elementos autobiográficos, todo lo cual no está mal, pero creo que en ese tipo de literatura hay el peligro de que su valor solo resida en lo testimonial. A partir del relato «El foro» ya hay un interés por la polifonía, y se rompe el esquema del realismo. Y en «Karma instantáneo para John Lennon» la propuesta ya es otra, se trata de una ucronía, un subgénero de la ciencia-ficción, que en el caso de mi novela aborda el tema de los universos paralelos. Así que se podría decir que he ampliado mis recursos y mi universo como escritor. Sin embargo no cambiaría ni una línea a todo lo que he escrito.
M: ¿Escribirás otra novela sobre algún icono del rock?
ADG: No me veo escribiendo novelas sobre el mismo tema. En «La ruptura» era sobre el padre, en «Los espejos del infierno» sobre la contradicción entre la idea de la comuna y la incapacidad de socialización del personaje, en «El foro» sobre una discusión virtual en torno de la utopía que deviene en distópica, y en «Karma instantáneo para John Lennon» me valgo de la iconografía Beatle para postular un mundo paralelo y ucrónico en que se imagina el renacimiento del espíritu contestatario en medio de la globalización capitalista. Y mis dos próximas novelas son también sobre temas diferentes.
M: Una última pregunta, Rodolfo Ybarra escribe (en artículo que publicamos) que tus personajes obligan al lector a seguirlos «al pie del acantilado», ¿consideras que tu literatura merodea los bordes?
ADG: Definitivamente. Como escritor, soy antivargasllosiano en el sentido de que su literatura postula el pragmatismo mediocre frente a las utopías y los márgenes, ya que como lo analicé en un ensayo que he publicado en mi blog de literatura Buzón Dazibao, esencialmente nuestro Nobel siempre fue un conservador, si se examinan sus opiniones y actitudes frente a los movimientos y expresiones contraculturales. Lo mío está obviamente en las antípodas de esas posturas. Admiro su gran talento como escritor, pero no transo con las ideas conservadoras. A mí me interesa una literatura que cuestione realidades, no que las justifique. Prefiero el sueño irrealizable, lo imposible, lo prohibido, lo cuestionador, lo inusual y lo marginal como materiales para mi narrativa. La literatura es también una transgresión. Como Chomsky, puedo decir que no me incomoda defender causas perdidas, porque en el caso de que realmente lo estuvieran, estaríamos perdidos todos.
LOS TEXTOS DE UN OUTSIDER
Por Rodolfo Ybarra
Arturo Delgado Galimberti es un novelista raro, de difícil clasificación. Su universo abarca, generalmente, personajes hostiles, seres fronterizos, esquizos o rebeldes, que viven varias vidas difíciles o imposibles, y que no se aceptan como “perdedores”, por eso buscan una salida, ofrecen opciones o van detrás de ellas. No tienen cortapisas ni se muestran con ambages y uno, el lector, aprende a odiarlos o a seguirlos al pie del acantilado o hasta la última página.
1. La Ruptura. Es una novela o “noveleta”, como la denomina el autor, que versa sobre el padre, la búsqueda de un destino o un amor velado o negado por las propias circunstancias. El joven de 25 años que se abre camino hacia un encuentro fortuito con Sara, la enamorada adolescente, curioso nombre que nos acerca al personaje bíblico del Antiguo Testamento, esposa de Abraham, el padre o patriarca postdiluviano. “En verdad, mi verdadero padre no fue para mí exactamente un padre. Tal vez porque murió cuando yo era apenas un niño, y casi no tuve tiempo ni para amarlo completamente ni para odiarlo totalmente” (Pág. 22). A pesar de ello, la búsqueda o el rechazo del padre no solo adquieren una figura humana. En el capítulo VII, encontramos este denuesto que no deja de ser una revelación: “Otro de mis padres, con el que tuve una relación desgarradora y dolorosa, fue San Marcos. Visité irregularmente el recinto universitario, primero como un estudiante mediocre y descreído, y más tarde como hijo. Las aulas nunca me dijeron mayormente nada, ni sus paredes ni sus pizarras me motivaron en lo absoluto, y la mayoría de los profesores eran casi semejantes a los del colegio, con la única diferencia de que eran más pedantes y tenían más luces acerca de su condición de burócratas, a juzgar por el descaro con que protegían sus cátedras en la universidad.” Quizás el hecho parricida de esta “noveleta” no está en el crimen consumado ni en el negacionismo o la afirmación, sino en la ascensión o el descenso del cliché del padre pluralizado (Lacan), puesto que el padre tiene tantos nombres, versiones y funciones que se adentran, se hacen uña y carne, en la conducta de los vástagos o de los seres que trazan cada uno de sus actos, como una proyección familiar, cuyo peso nunca deviene en un hecho aislado, pues al final el hijo es también un padre en potencia. Artesano Editores, año 1994. 64 págs.
2. Los Espejos del Infierno. Adrián es el personaje ideático, un ser inconforme o incómodo con el mundo que le ha tocado vivir y más todavía con la imagen que refracta su espejo, como un Narciso negativo o como un personaje que se cree capaz de organizar su propio infierno. Deambula por las calles y deja fluir su pensamiento por ratos nihilista o con algún atisbo anarquista o socialista. En otros momentos, se muestra misógino o aprovechador de mujeres que solo sirven para pasar el tiempo, degustar o someter en el lecho amoroso. El sexo puede ser el placebo o la muerte momentánea y necesaria. La ciudad y/o el orbe son también otro personaje, calles feas, semihombres o seres despreciables que deambulan sin otro fin que saciar necesidades básicas y sin más futuro que descansar los huesos en un cementerio o en chiquero, da igual. Hay que apuntar la búsqueda de la utopía, los panfletos y el sentido de La Comuna de parte de Adrián. Ahí, creemos, subyace la fuerza de la novela: “Recorrer las calles, avanzar tras una masa apenas identificable, una masa amorfa, anónima, murmurante, sin voz propia, encubierta con su poca dignidad de vivir, como si bastara esa constancia, les bastara y les sobrara, en todo lo demás hay un vacío, un hoyo profundo encima del cual viven y comen y se gastan bromas, pero no son más que masa, y ese vacío, ese hoyo, los domina, ejerce un control en sus horarios, en su agenda, en sus citas y actividades, porque cuanto más hondo es el hueco hay más premura en taparlo, sólo en la superficie, echar un poco de diversión aquí y un poco de drama acá, comer en un restaurante y luego deponer los residuos de una velada en el inodoro, dos piezas inmundas de lo que es la esencia de nuestro ser…”. Quizás Los Espejos del Infierno sea la novela de Lima y sus barriadas, la novela del tráfico atroz y los lúmpenes de las esquinas, siempre prestos a robarte la billetera o a cargar con tu alma de un solo disparo. Editorial San Marcos, año 2000. 198 págs.
3. El Foro. Texto incluido en Discursos contra la Bestia Tricéfala (Ybarra/Delgado/Inocente), de notable actualidad, narra los hechos que suceden en un foro virtual llamado La Arcadia donde ocurre un interesante intercambio epistolar: la otra vida o vidas que son palabras, reflexiones, propuestas o disquisiciones contra la sociedad de consumo o contra el gran capital. Delgado se vale de las nuevas herramientas de internet, o los llamados “cibertextos”, para mostrarnos la confabulación, el desenfado y la queja de los jóvenes ilustrados de hoy en día. Tal y como fue en el siglo XVIII durante la Revolución Francesa o en la Guerra con Chile, en lugares secretos, al margen del poder establecido y también, por qué no, de la policía pretoriana o los estamentos u órdenes censores. Estos individuos que tienen nombres particulares: Ciberpunk, Anfolitio, Crazy Horse, El Depredador de Ilusiones y Héroe de la Clase Trabajadora Postindustrial, van a desarrollar teorías contra el Estado, contra la ONU, la OEA, o el mismo Vargas Llosa, todo es cuestionado o puesto en tela de juicio para emprender el posible camino de la solución. Interesante también el metatexto que se filtra en uno de los intercambios: “Es tanta la voracidad de las corporaciones capitalistas que se me ha ocurrido un argumento para una novela de ciencia-ficción, el cual enseguida expongo a los foristas, convencido de mi absoluta falta de oficio para fungir de escritor. Si a alguno de los participantes le parece sugestiva mi historia, no tengo ningún escrúpulo para cederle la total autoría en el caso de animarse a convertirla en una novela.”
Cabe señalar la propuesta inicial que aparece en la introducción, la idea del neoludismo y el regreso al paleolítico propugnado por Zerzan, un teórico norteamericano que es a la vez un lavaplatos y que, en varias entrevistas que se pueden encontrar en la web, ha afirmado que la máquina industrial es la causante de todos los problemas del hombre en la Tierra y que la felicidad consiste en asumir a la naturaleza como nuestro hogar irrenunciable. Lo curioso de este Foro, de Delgado, es que esos diálogos no pueden tener lugar en un espacio abierto y con personas con nombres propios (y no con seudónimos o avatares) porque en un sistema coercitivo (como el nuestro) las libertades siempre están domeñadas o no se permiten los cuestionamientos, menos las voces discordantes o pensamientos de agitación y propaganda no oficial. Pág. 71. Hipocampo Editores, año 2009. 156 págs.
4. Karma Instantáneo para John Lennon. Es una novela conspirativa, ucrónica, donde la verdadera historia es reinventada para dar paso a una sublime boutade o una tesis en la que Paul McCartney muere y John Lennon (sobre)vive y vencerá. Narrada con mucho oficio y, por ratos, lenguaje poemático, Delgado nos va mostrando a ese personaje delicioso que podría haber sido Lennon post-dos mil, un militante de la contracultura, antifascista y soldado de la paz, enamorado de la actriz Halle Berry y habitante del tristemente célebre hotel Dakota. También cobra notoria importancia el siniestro y ditirámbico personaje Yukio Iwai que sirve para que el autor filtre teorías estrambóticas que van desde el Príncipe de Holanda, pasando por el Club Bilderberg, hasta los sugestivos discursos de la CIA, el FBI o el paranoico Edgar Hoover, etc. O el personaje que pareciera ser otro de los alter-egos de Delgado Galimberti, nos estamos refiriendo al escritor-clochard sudamericano que responde al nombre de Gianneti, quien increpa a Lennon sobre la protestas que detuvieron la guerra en Vietnam, originando una respuesta lúcida y antológica en el Beatle: “El Vietcong hizo más a favor del retiro de los marines que las arengas de los hippies” (Pág. 108). No obstante, detrás de la novela, hecha para fans y para lecto-roqueros subyace una ácida crítica al sistema capitalista, a las guerras de intervención norteamericana, a los falsos valores de la pequeña y mediana burguesía y, sobre todo, a la sociedad de consumo que paradójicamente ha creado iconos o célebres emblemas que, con los años, han sido fagocitados y (re)convertidos en poco menos que trastos, cacharros o viejos clichés que nadie quiere recordar. Grupo Editorial Mesa Redonda, año 2012. 130 págs.
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